Ayer, 2 de agosto 2015, se publicó
el artículo titulado: Cuanta menos luz gasta, más paga usted en el recibo en él aparece
una relación entre la potencia contratada, la potencia instalada y la potencia punta, a raíz de
los cambios regulatorios que supusieron un incremento de casi el 100% del
termino fijo de potencia, el argumento esgrimido en el artículo es el
siguiente:
Resulta que el sistema eléctrico factura a los clientes el equivalente a
175 gigavatios (Gw) de potencia contratada; pero, como es sabido, el sistema
tiene una potencia instalada de 108 Gw; y la punta máxima que utilizan los
clientes es de 39 Gw. Una sencilla cuenta demostraría, para pasmo de
economistas y teóricos de los mercados, que pagamos a las eléctricas 136 Gw que
no utilizamos, simplemente porque los tenemos contratados. Esos 136 Gw
regalados con el consentimiento del regulador equivalen a 10.000 millones
anuales.
A simple vista y leído por un
profano en esto de la electricidad y, quizás, por un no tan profano el esquema
lineal que aparece en el artículo parece irrefutable y, sin embargo, no es así
ni técnica ni económicamente aunque resulte complicado dar una explicación de
tal aseveración en pocas líneas que sea entendible.
Desde el lado técnico, el
denominado: coeficiente de simultaneidad puede visualizar la relación que puede
existir entre potencia contratada,potencia de generación instalada y la potencia punta del sistema usando para ello el
plano de dimensionamiento del sistema eléctrico.
El coeficiente de
simultaneidad es un coeficiente reductor que se aplica en un nudo de la red
para su dimensionamiento, por ejemplo, el cuarto de contadores de un edificio,
minorando la potencia contratada suma de todas las potencias contratadas de las
viviendas del edificio, su resultado equivale a la máxima potencia que es
previsible de demanda de ese edificio y para la cual se dimensiona la red aguas
arriba. Procediéndose de igual forma, es decir, utilizando diferentes
coeficientes de simultaneidad según sean los nudos que se vayan dimensionando,
hasta llegar al nudo de inyección a la red.
De esta manera intuitiva se aprecia
y se comprende fácilmente que la suma de potencias contratadas nunca puede ser
igual a la potencia instalada y,también, que la potencia punta del sistema sea igual a la suma de las potencias contratadas en el caso óptimo.
Como bien se indica en el artículo, la relación
entre la potencia instalada y la potencia punta, denominada índice de
cobertura, son las variables criticas del sistema desde el lado de la oferta,
desde el lado de la demanda el sistema es más complejo, al menos, por la
extensión de la red y la multiplicidad de puntos de consumo, con demandas
diferenciadas por la tensión de suministro y su ubicación geografica.
Resumiendo la potencia total
contratada menos la potencia punta del sistema no es igual a exceso de potencia
contratada ni tampoco que la potencia total contratada en el sistema sea la óptima
o no.
Desde el lado económico, los
compartimientos de costes fijos y costes variables son totalmente estancos, no
hay relación económica entre ellos. El coste de la energía, coste variable, se
define, al menos teóricamente, en el denominado mercado mayorista dónde se
cruza oferta y demanda. El coste fijo, o mejor el ingreso fijo, es un
coste/ingreso regulado que en una cierta proporción depende de la energía
consumida, no del precio de la misma, siendo a este término al que se le dio un
vuelco, todavía no justificado.
Por lo demás, mi opinión es que el
articulista hace un resumen muy ajustado de lo que ha supuesto los cambios
regulatorios introducidos y, sobre todo, de qué lado se inclina la balanza del regulador y lo que fue puesto más de manifiesto, la falta de justificación técnica
y económica de regular una variación del precio de la potencia contratada que trasgrede
toda la poca lógica que ya le quedaba al vapuleado sistema eléctrico
Otra opinión sobre el mismo artículo: http://www.energiadiario.com/publicacion/la-hora-de-jesus-mota/ en la que parece que lo que importa es la etiqueta del articulista no el fondo de lo que expone y, también, defender lo que hay que defender, por supuesto
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