Cuando se ha regulado a puerta
cerrada, sin transparencia, tanto para los nuevos agentes como para los
consumidores, cuando el único objetivo ha sido el de eliminar el déficit tarifario
existente, cuando se elimina del escenario público la definición de una
estrategia energética y cuando se crea un entorno de opinión totalmente alejado
de un escenario de progreso y de interés general, la consecuencia es que cualquier
movimiento de un nuevo posicionamiento de los que han defendido y realizado
todo el proceso anterior se hace terriblemente sospechoso de ser, una vez más,
parcial y oportunista para intereses particulares.
El sistema eléctrico, al igual que
el sistema energético de un país, es totalmente analítico y, por tanto, podemos
cuantificar y valorar el resultado de nuestras afirmaciones y posicionamientos.
Hasta el último parche de diciembre del 2013 que se produzco con la aprobación
de la nueva ley del sector eléctrico, ley 24/2013, el sistema eléctrico era analíticamente
cerrado, es decir, los ingresos y gastos se generaban y manejaban por los
agentes involucrados en el sector. Esto cambió con la introducción de impuestos
sobre ciertas actividades que se escapan al sistema eléctrico al ser gestionados
por un organismo con intereses varios, tal es el Ministerio de Hacienda y de
esta manera se buscó parte de la solución al objetivo de la legislatura: el
déficit tarifario.
Lo anterior es necesario tenerlo en
cuenta ya que abre nuevas vías para implantar nuevas estructuras que faciliten
y ayuden las nuevas realidades, entre ellas, está, como a nadie se le escapa,
la fiscalidad verde, fiscalidad que se quiso regular en la primera parte de
esta legislatura, como solución al déficit tarifario, pero fracasó de manera
estrepitosa.
Todo lo anterior tiene que ser
considerado para entender los pasos que se nos anuncian sobre el autoconsumo y
su esperado real decreto, su incidencia en el déficit de tarifa y los
movimientos de los que han mantenido y justificado de manera poco ortodoxa la
no implantación de lo que ya empieza a ser una realidad en las economías más
adelantadas, el autoconsumo con balance neto, y que, en cualquier caso, debería ser objeto de un análisis
de responsabilidades por los perjuicios causados a la economía de este país, y,
sobre todo, en lo concerniente a la disminución del desempleo existente.