NUEVO

martes, 16 de septiembre de 2014

La energía ni se Crea ni se Destruye se Transforma




Es muy posible, que la parte de la energía que corresponde al Minetur se pueda dar por cerrada en esta legislatura. Habrán pasado cuatro años y bueno sería empezar a diseñar, por los que corresponda, un nuevo periodo para el sector de la energía. La sociedad civil, ante la crisis institucional que vivimos, debiera ocupar el papel de protagonista y, por lo tanto, proponer y/o apoyar lo que considere que debería cubrir sus expectativas tanto desde el lado de la demanda como de la oferta.

El anterior periodo se cerró con la ley que simplifica la conexión de la pequeña generación a la red eléctrica y el compromiso de regular el “balance neto” En el tintero se quedó la anunciada ley: De eficiencia energética y energías renovables y, también, como no, una solución al déficit tarifario.

El actual periodo empezaba con un documento de referencia: PROPUESTAS PARA UNA ESTRATEGIA ENERGÉTICA NACIONAL (2011) que posteriormente fue cambiado por un segundo documento: PROPUESTAS PARA UNA ESTRATEGIA ENERGÉTICA NACIONAL (Junio 2013), donde se dio un giro a la posición reflejada en el primer documento y que se puede sintetizar con el siguiente párrafo:

A pesar de que los gobiernos de 2004-2011 eludieron el debate energético abierto, se ha producido en los últimos años un cierto debate espontáneo aunque limitado, más centrado en el sector eléctrico, por los numerosos problemas urgentes que reclaman solución: déficit de tarifa, cierre de centrales nucleares, coste de las energías renovables, entre otros. Sin embargo, estos problemas urgentes son el reflejo de la ausencia de una estrategia energética nacional cuyas raíces vienen de muy atrás.

Desde la gran mayoría de foros se ha demandado la obligación de definir una Estrategia Energética que no han sido capaces ni de implementar ni de pactar  los actuales responsables de este área.

Hemos tenido dos secretarios de energía y total dedicación para buscar una solución al déficit eléctrico, ante la falta de una estrategia energética han dedicado todo el esfuerzo administrativo y político en solucionar el desequilibrio económico del sector eléctrico y, quizás también, en poner en marcha posibles yacimientos de fuentes fósiles.

Se inició una reforma fiscal verde, se promulgó una nueva ley del sector eléctrico, se eliminaron las subastas Cesur y, hasta, se indexó el precio de la energía eléctrica regulada con el mercado mayorista, sin haberlo reformado previamente, también, desapareció la CNE al integrarse en la CNMC y se nombraron nuevos responsables en el organismo regulador.

Hemos carecido de lo más importante y lógico: Una Estrategias Energética Nacional consensuada, acorde con la estrategia europea y con un alcance amplio (2020/2030/2050) a semejanza de los hitos europeos.

Está en marcha la aprobación en el Congreso, mediante el ya famoso real decreto 8/2014 parte de la trasposición de la directiva de eficiencia energética, sin darle ninguna importancia ni trascendencia para el sector, en línea con el voto negativo a la aprobación de la directiva. Aparecen los denominados “certificados blancos” herramienta de utilidad económica para el desarrollo de las políticas medioambientales y de eficiencia impulsadas desde Bruselas y que no han están teniendo la difusión en el sector que se merecen.

Hay que ponerse en marcha, de nada sirven las lamentaciones y de algo debería servir las lecciones aprendidas, algunos lo vieron tarde, han corregido y no han tenido la respuesta que el país viene demandando que no es otra que se permita el desarrollo de nuevas iniciativas que creen riqueza y, por lo tanto, más empleo que permita avanzar en la consecución del interés general.