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jueves, 9 de febrero de 2017

GAROÑA, SU FUTURO DENTRO DEL PACTO DE LA ENERGIA


Las lagunas existentes en el sector energético son más transparentes a la hora de tomar decisiones que afectan al sistema, más que al hecho concreto sobre el que se decide. Esto se está haciendo muy evidente en el caso de la central nuclear de Garoña que lleva en el limbo de la decisión de su continuidad desde el año 2011, año en el que se cumplía 40 años de funcionamiento, que fueron los años para los que se diseñó la citada central.

Cualquier decisión que se tome al margen de la necesaria estrategia energética será parcial y sujeta, como ya es costumbre, a revisión, dado la falta de consenso y de un pacto político de referencia.

Dada la situación en la cúpula política del CSN, Consejo de Seguridad Nuclear, dada la situación de un posible pacto político energético, dada la situación ideologizada de la tecnología nuclear y dado, también, la posición adoptada por Nuclenor, empresa propiedad de las dos principales empresas del actual oligopolio eléctrico, cualquier decisión debería aplazarse hasta que el Pacto se alcanzara, cualquier decisión unilateral, en este caso, debería tener un respuesta muy contundente dado lo que se encuentra en juego.

El CSN aprobó, el 8/02/2017, la reapertura de la central de Santa María de Garoña hasta alcanzar los 60 años de vida útil (2031) bajo el cumplimiento de 10 condiciones.

Posiblemente, una decisión sin un consenso imposibilitaría el Pacto sobre la Energía que es la posición totalmente mayoritaria y, además, pactada como condición política para mantener la actual legislatura.

La situación ha llegado a tal punto que hace imposible seguir transitando por la ruta trazada, en efecto, una decisión política unilateral o consensuada de continuidad no tendría consecuencias reales, ya que, estaría condicionada por la decisión última del propietario de la Central de Garoña que podría declinar su apertura por cuestiones de rentabilidad.

En este punto, conviene recordar uno de los hechos más ilegales que han acontecido en el sistema eléctrico: el cierre unilateral y sin autorización para el desenganche del sistema eléctrico de la Central de Garoña, ocurrido en diciembre del 2012 y que fue objeto de una multa, por parte de la CNMC, de 18 M€ y de una sentencia de una dureza extrema que no tuvo consecuencias penales, a pesar de las calificaciones hacia los propietarios de la central muy graves por la  ilegalidad que supuso su parada por decisión unilateral de Nuclenor.

Paradójicamente, aquellos que tomaron aquella decisión, se les pondría en la posición de poder tomar la decisión contraria a la que ilegalmente tomaron y sobre la base de sus intereses, no debería permitirse esta “hoja de ruta” aunque fuera únicamente por defensa del interés general y, por lo tanto, defensa de los valores que emanan de nuestra constitución.

Como lo anterior se desvía de la lógica, nos debemos encontrar ante una situación más compleja y no transparente a la opinión pública y que ha sido, en parte, apuntada por algún medio, como que se quiera dar una definición global a la energía nuclear, sobre la base, de lo que acontezca con la central de Garoña, es decir, pactar el devenir del resto de centrales existentes en nuestro país.

Lo anterior es muy plausible, dada la posición que mantienen las propietarias: “las inversiones necesarias no hacen rentable la apertura incluso que el alargamiento a 60 años de la visa útil de la central.

Por lo tanto, quizás, no estaríamos hablando de la central de Garoña sino de pactar para el conjunto de las centrales nucleares existentes un alargamiento de su vida útil hasta los 60 años.

Así como, Garoña tiene un impacto económico reducido no es el caso de toda la energía eléctrica nuclear que se genera anualmente, sin Garoña, en el año 2016 supuso 55.546 GWh, que representa el 22% del total generado y que a un precio medio anual de 40€/MWh supondría un volumen económico de: 2.200 M€ y, posiblemente, los beneficios antes de impuestos, caídos del cielo, podría estar en el entorno de, al menos, 1.200 M€., para tener una referencia aproximada de lo que está en juego, simplemente multipliquemos las cantidades anteriores por 20 años, de eso estamos hablando.




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